En las aulas nos interesa crear
y, para crear, la actividad del alumnado tiene que ser motivadora; es imposible
mostrar una predisposición positiva hacia la creación de un producto final en
un entorno de aprendizaje tradicional. La explicación del profesor sólo puede
conducir a resultados que reproduzcan sus explicaciones de forma más o menos
afortunada, sin que medien otras operaciones mentales más complejas que el mero
recordar. Si el proceso permite aplicar, analizar y evaluar es más fácil
conseguir que el resultado sea creativo.
Y la posibilidad de crear resulta, per se, motivadora.
En una clase invertida, nos interesa crear y el modelo flipped acoge a muchas metodologías y éstas (como el ABP, el aprendizaje-servicio, la cooperación...) están encaminadas a la creación de un producto final.
Las metodologías activas y participativas combinadas dentro de flipped classroom pueden multiplicar el aprendizaje y su significatividad.
Algunas herramientas habituales
en flipped, como Edpuzzle o Playposit permiten
comprobar el recorrido de cada alumno y de sus dificultades a la hora de
estudiar el vídeo, ya que dan cuenta de sus intentos, repeticiones en el
visionado, tiempos...
Además, el modelo flipped
classroom libera al docente de tiempo real en el aula para dedicarlo al
alumnado con mayores dificultades de aprendizaje.
En algunos
casos, el visionado de vídeos facilita una actividad a medida que el vídeo se
va reproduciendo, una interacción que facilita la actividad del alumno que ve
la tarea. Si incorporamos herramientas como videonote, permitiremos
que sea el propio alumno quien anote los vídeos con los que está trabajando.
El modelo
flipped aporta la posibilidad de personalizar los materiales para cada
tipología de alumnado, para cada estilo de aprendizaje, lo que nos permite una
mejor y mayor atención a la diversidad.
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