sábado, 19 de abril de 2014

PASCUA DE RESURRECCIÓN





El Domingo de Resurrección o Vigilia Pascual es el día en que incluso la iglesia más pobre se reviste de sus mejores ornamentos, es la cima del año litúrgico. Es el aniversario del triunfo de Cristo. Es la feliz conclusión del drama de la Pasión y la alegría inmensa que sigue al dolor. Y un dolor y gozo que se funden pues se refieren en la historia al acontecimiento más importante de la humanidad: la redención y liberación del pecado de la humanidad por el Hijo de Dios.
No se puede comprender ni explicar la grandeza de las Pascuas cristianas sin evocar la Pascua Judía, que Israel festejaba, y que los judíos festejan todavía, como lo festejaron los hebreos hace tres mil años, la víspera de su partida de Egipto, por orden de Moisés. El mismo Jesús celebró la Pascua todos los años durante su vida terrena, según el ritual en vigor entre el pueblo de Dios, hasta el último año de su vida, en cuya Pascua tuvo efecto la cena y la institución de la Eucaristía.
Cristo, al celebrar la Pascua en la Cena, dio a la conmemoración tradicional de la liberación del pueblo judío un sentido nuevo y mucho más amplio. No es a un pueblo, una nación aislada a quien Él libera sino al mundo entero, al que prepara para el Reino de los Cielos. Las pascuas cristianas -llenas de profundas simbologías- celebran la protección que Cristo no ha cesado ni cesará de dispensar a la Iglesia hasta que Él abra las puertas de la Jerusalén celestial. La fiesta de Pascua es, ante todo la representación del acontecimiento clave de la humanidad, la Resurrección de Jesús después de su muerte consentida por Él para el rescate y la rehabilitación del hombre caído. Este acontecimiento es un hecho histórico innegable. Además de que todos los evangelistas lo han referido, San Pablo lo confirma como el historiador que se apoya, no solamente en pruebas, sino en testimonios.
La Resurrección nos descubre nuestra vocación cristiana y nuestra misión: acercarla a todos los hombres. El hombre no puede perder jamás la esperanza en la victoria del bien sobre el mal. ¿Creo en la Resurrección?, ¿la proclamo?; ¿creo en mi vocación y misión cristiana?, ¿la vivo?; ¿creo en la resurrección futura?, ¿me alienta en esta vida?, son preguntas que cabe preguntarse.
El mensaje redentor de la Pascua no es otra cosa que la purificación total del hombre, la liberación de sus egoísmos, de su sensualidad, de sus complejos; purificación que , aunque implica una fase de limpieza y saneamiento interior, sin embargo se realiza de manera positiva con dones de plenitud, como es la iluminación del Espíritu , la vitalización del ser por una vida nueva, que desborda gozo y paz -suma de todos los bienes mesiánicos-, en una palabra, la presencia del Señor resucitado. San Pablo lo expresó con incontenible emoción en este texto: "Si habéis resucitado con Cristo vuestra vida, entonces os manifestaréis gloriosos con Él" (Col. 3 1-4).

Citas bíblicas: Apariciones de Jesús.

1. (Mt 28, 1-7) El Ángel le dice a las mujeres: “Ha Resucitado…
2. (Jn 20, 1-9) Pedro y Juan ante el sepulcro vacío.
3. (Jn 20, 11-18) Jesús Resucitado se aparece a María Magdalena
4. (Lc 24, 13-35) Jesús Resucitado camina con los discípulos de...
5. (Lc 24, 36-49) Jesús Resucitado se aparece a los once.
6. (Jn 20, 19-23) Jesús Resucitado comunica el Espíritu Santo.
7. (Jn 20, 24-29) Jesús Resucitado y Tomás.
8. (Jn 21, 9-14) Jesús Resucitado parte el pan junto al lago...
9. (Jn 21, 15-17) Jesús Resucitado pregunta a Pedro: ¿Me amas?
10. (Mt 28, 16-20) Jesús Resucitado envía a sus Apóstoles…
11. (Lc 24, 50-51) Jesús Resucitado sube al cielo.
12. (Mc 16, 19) Jesús Resucitado en la Gloria de Dios.
13. (Lc. 24, 34). “¡Es verdad! ¡El Señor ha Resucitado...!”
14. (Hch 10, 34. 37-43) “Hemos comido y bebido con Él después
de su Resurrección”




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