martes, 29 de septiembre de 2015

2016 Año Santo de la Misericordia

Del 8 de diciembre de 2015, solemnidad de la Inmaculada Concepción
 al 20 de noviembre de 2016, domingo de Nuestro Señor Jesucristo Rey del universo




La misericordia es la disposición a compadecerse de los trabajos y miserias ajenas. Se manifiesta en amabilidad, asistencia al necesitado, especialmente en el perdón y la reconciliación. Es más que un sentimiento de simpatía, es una práctica. En el cristianismo es uno de los principales atributos divinos. La misericordia es también un sentimiento de pena o compasión por los que sufren, que impulsa a ayudarles o aliviarles; en determinadas ocasiones, es la virtud que impulsa a ser benévolo en el juicio o castigo. Su etimología, del latín misere (miseria, necesidad), cor, cordis (corazón) e ia (hacia los demás); significa tener un corazón solidario con aquellos que tienen necesidad.


El Jubileo de la Misericordia es un jubileo que se celebrara durante el Año Santo Extraordinario que comenzará el 8 de diciembre de 2015 y concluirá el 20 de noviembre de 2016, para celebrar el quincuagésimo aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, profundizar en su implantación y situar en un lugar central la Divina Misericordia, con el fortalecimiento de la confesión.

El Jubileo o Año Santo es una celebración que tiene lugar en distintas Iglesias cristianas históricas, particularmente la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa, y que conmemora un año sabático con significados particulares. Tiene sus orígenes en el judaísmo, en tanto que en el cristianismo encuentra su primera expresión al inicio del ministerio público de Jesús de Nazaret, con el anuncio del cumplimiento del año de gracia del Señor, tal como lo expresaba el Libro de Isaías (Isaías 61:1-2).

La Divina Misericordia es una devoción cristiana enfocada en la misericordia de Dios y su poder, particularmente como una acción de confianza en que la misericordia de Dios y su pasión es el precio ya pagado por nuestros pecados, y que si confiamos en Jesús nuestros pecados nos serán perdonados; Jesús no será nuestro juez sino nuestro Salvador misericordioso.

El Papa Francisco explicó las formas en las que los fieles podrán obtener la indulgencia durante este jubileo; ya sea en Roma, en cualquier lugar del mundo e incluso en las cárceles. El Santo Padre también explica el modo en el que deben proceder los enfermos y ancianos para obtener esta gracia.
En cualquiera de los siguientes casos que se mencionan para obtener la indulgencia se debe cumplir primeramente con las condiciones habituales: confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Santo Padre.

1.- Los fieles “están llamados a realizar una breve peregrinación hacia la Puerta Santa, abierta en cada catedral o en las iglesias establecidas por el obispo diocesano y en las cuatro basílicas papales en Roma, como signo del deseo profundo de auténtica conversión”.

2.- “Igualmente dispongo que se pueda ganar la indulgencia en los santuarios donde se abra la Puerta de la Misericordia y en las iglesias que tradicionalmente se identifican como Jubilares. Es importante que este momento esté unido, ante todo, al Sacramento de la Reconciliación y a la celebración de la Santa Eucaristía con un reflexión sobre la misericordia”.
El Papa precisa que “será necesario acompañar estas celebraciones con la profesión de fe y con la oración por mí y por las intenciones que llevo en el corazón para el bien de la Iglesia y de todo el mundo”.

3.- El Papa Francisco señala también que cada vez que un fiel realice personalmente una o más las obras de misericordia corporales y espirituales “obtendrá ciertamente la indulgencia jubilar”.
“De aquí el compromiso a vivir de la misericordia para obtener la gracia del perdón completo y total por el poder del amor del Padre que no excluye a nadie. Será, por lo tanto, una indulgencia jubilar plena, fruto del acontecimiento mismo que se celebra y se vive con fe, esperanza y caridad”, resalta el Papa.

4.- Sobre los enfermos y las personas ancianas que no pueden salir de casa, el Pontífice afirma que para ellos “será de gran ayuda vivir la enfermedad y el sufrimiento como experiencia de cercanía al Señor que en el misterio de su pasión, muerte y resurrección indica la vía maestra para dar sentido al dolor y a la soledad”.
“Vivir con fe y gozosa esperanza este momento de prueba, recibiendo la comunión o participando en la Santa Misa y en la oración comunitaria, también a través de los diversos medios de comunicación, será para ellos el modo de obtener la indulgencia jubilar”.

5.- Sobre los presos, el Pontífice explica que “en las capillas de las cárceles podrán ganar la indulgencia, y cada vez que atraviesen la puerta de su celda, dirigiendo su pensamiento y la oración al Padre, pueda este gesto ser para ellos el paso de la Puerta Santa, porque la misericordia de Dios, capaz de convertir los corazones, es también capaz de convertir las rejas en experiencia de libertad”.

6.- Indulgencia para los difuntos: “de igual modo que los recordamos en la celebración eucarística, también podemos, en el gran misterio de la comunión de los santos, rezar por ellos para que el rostro misericordioso del Padre los libere de todo residuo de culpa y pueda abrazarlos en la bienaventuranza que no tiene fin”.

¿Cuáles son las obras de misericordia?

El Papa Francisco ha convocado un año Jubilar de la Misericordia, y ha recomendado durante ese tiempo realizar las obras de misericordia pero, ¿qué son y cuáles son?

"Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Es condición para nuestra salvación. Misericordia: es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia: es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre no obstante el límite de nuestro pecado." Papa Francisco, Bula Misericordiae Vultus.

¿Qué son las obras de misericordia?
Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales. Instruir, aconsejar, consolar, confortar, son obras espirituales de misericordia, como también lo son perdonar y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos). Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios.

La misericordia no se queda en una escueta actitud de compasión: la misericordia se identifica con la superabundancia de la caridad que, al mismo tiempo, trae consigo la superabundancia de la justicia. Misericordia significa mantener el corazón en carne viva, humana y divinamente transido por un amor recio, sacrificado, generoso. Así glosa la caridad San Pablo en su canto a esa virtud: la caridad es sufrida, bienhechora; la caridad no tiene envidia, no obra precipitadamente, no se ensoberbece, no es ambiciosa, no busca sus intereses, no se irrita, no piensa mal, no se huelga de la injusticia, se complace en la verdad; a todo se acomoda, cree en todo, todo lo espera y lo soporta todo.

¿Cuáles son las obras de misericordia?
Hay catorce obras de misericordia: siete corporales y siete espirituales.

Obras de misericordia corporales:

1) Visitar a los enfermos

2) Dar de comer al hambriento

3) Dar de beber al sediento

4) Dar posada al peregrino

5) Vestir al desnudo

6) Visitar a los presos

7) Enterrar a los difuntos

Obras de misericordia espirituales:

1) Enseñar al que no sabe

2) Dar buen consejo al que lo necesita

3) Corregir al que se equivoca

4) Perdonar al que nos ofende

5) Consolar al triste

6) Sufrir con paciencia los defectos del prójimo

7) Rezar a Dios por los vivos y por los difuntos.


Síntesis Bula Misericordiae vultus, Papa Francisco,
Año de la Misericordia 2015-2016

“Bula es una palabra que tiene su origen en el vocablo latino bulla. Se trata, de acuerdo a su aplicación, del nombre con el que se identifica a una documentación de índole pontificia que expide la Cancillería Apostólica y se legitima mediante la impresión de un sello de plomo o bien del sello papal. Estos documentos tratan sobre múltiples temáticas relevantes de los quehaceres clericales, aunque también se abordan allí asuntos civiles.
La bula, por lo tanto, es un instrumento que se fundamenta en el poder del Papa. Puede incluir ordenanzas, condenaciones, decretos de indulgencias o la concesión de diversos tipos de beneficios, por ejemplo.
Los sellos de plomo en cuyos puntos centrales se observa la imagen de una cruz, las figuras de San Pedro y San Pablo y la firma del Papa junto al año de publicación y fecha del pontificado forman parte de la estructura formal de las bulas, las cuales se envían al arzobispo de la diócesis. Éste será el responsable de distribuir la bula, que se redacta en latín, para que llegue a las parroquias.
A lo largo de la historia existieron diferentes tipos de bula, como la bula de la Santa Cruzada (con indulgencias para quienes combatían a los infieles), la bula de difuntos (con indulgencias para un individuo fallecido), la bula de lacticinios (una autorización para que los eclesiásticos usen lacticinios en los tiempos en que les estaba vedado) y la bula de carne (que dispensaba de comer de vigilia).
No obstante, tampoco hay que pasar por alto otro tipo de bulas tales como la conocida como bula de oro. Esta fue realizada en el año 1356 por el emperador Carlos IV de Alemania y consiguió el respaldo del resto de príncipes del Imperio. En la misma lo que se establecía y dictaminaba eran cuestiones tan relevantes para dichas figuras como el método de elección del emperador, el número de personas que debían participar en dicho proceso o las ceremonias que traería consigo esa citada elección.
De la misma forma, el término bula ha dado lugar al desarrollo y creación de un amplio número de locuciones adverbiales que se utilizan con más o menos frecuencia en el ámbito coloquial. Así, por ejemplo, nos encontramos con la expresión “no poder con la bula”. La misma se utiliza para dejar patente que una persona en cuestión no se encuentra con fuerzas para hacer nada en ese momento.
Y todo ello sin olvidar tampoco la existencia de la locución “tener bula para algo”. En este caso la misma se emplea para determinar que alguien cuenta con una serie de ventajas, facilidades y beneficios a la hora de conseguir algo difícil frente a otras personas que no cuentan con ninguna de esas mencionadas cuestiones a su favor para alcanzar el mismo objetivo.
Cabe resaltar que el origen etimológico de bula refiere a toda clase de objeto o elemento de apariencia redonda y carácter artificial. La noción solía emplearse en otros tiempos para nombrar a una medalla que portaban los hijos de las familias nobles romanas hasta el momento en que comenzaban a vestir la toga.
Además de todo lo expuesto hay que subrayar finalmente que en este año el famoso grupo de rock Status Quo ha estado llevando a cabo el rodaje de su película titulada “Bula Quo” donde los citados artistas se interpretan a ellos mismos.”

La Bula de convocación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia titulada “Vultus Misericordiae” se compone de 25 números. El Papa Francisco describe los rasgos más sobresalientes de la misericordia situando el tema, ante todo, bajo la luz del rostro de Cristo. La misericordia no es una palabra abstracta, sino un rostro para reconocer, contemplar y servir.
La Bula se desarrolla en clave trinitaria (números 6-9) y se extiende en la descripción de la Iglesia como un signo creíble de la misericordia: “La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia” (n. 10).
Francisco indica las etapas principales del Jubileo.
La apertura coincide con el quincuagéismo aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II:” La Iglesia siente la necesidad de mantener vivo este evento. Para ella iniciaba un nuevo periodo de su historia.
Los Padres reunidos en el Concilio habían percibido intensamente, como un verdadero soplo del Espíritu, la exigencia de hablar de Dios a los hombres de su tiempo en un modo más comprensible. Derrumbadas las murallas que por mucho tiempo habían recluido la Iglesia en una ciudadela privilegiada, había llegado el tiempo de anunciar el Evangelio de un modo nuevo” (n. 4).
La conclusión tendrá lugar “en la solemnidad litúrgica de Jesucristo Rey del Universo, el 20 de noviembre de 2016. En ese día, cerrando la Puerta Santa, tendremos ante todo sentimientos de gratitud y de reconocimiento hacia la Santísima Trinidad por habernos concedido un tiempo extraordinario de gracia.
Encomendaremos la vida de la Iglesia, la humanidad entera y el inmenso cosmos a la Señoría de Cristo, esperando que difunda su misericordia como el rocío de la mañana para una fecunda historia, todavía por construir con el compromiso de todos en el próximo futuro“ (n. 5).
Una peculiaridad de este Año Santo es que se celebra no sólo en Roma, sino también en todas las demás diócesis del mundo. La Puerta Santa será abierta por el Papa en San Pedro el 8 de diciembre, y el domingo siguiente en todas las iglesias del mundo.
Otra de las novedades es que el Papa da la posibilidad de abrir la Puerta Santa también en los santuarios, meta de muchos peregrinos.
El Papa Francisco, recupera la enseñanza de San Juan XXIII, que hablaba de la “medicina de la Misericordia” y de Pablo VI que identificó la espiritualidad del Vaticano II con la del samaritano.
La Bula también explica algunos aspectos sobresalientes del Jubileo: primero el lema “Misericordiosos como el Padre”, a continuación el sentido de la peregrinación y sobre todo la necesidad del perdón.
El tema particular que interesa al Papa se encuentra en el n. 15: las obras de misericordia espirituales y corporales deben redescubrirse “para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina”.
Otra indicación atañe a la Cuaresma con el envío de los “Misioneros de la Misericordia” (n. 18). Nueva y original iniciativa con la que el Papa quiere resaltar de forma aún más concreta su cuidado pastoral. El Papa trata en los nn. 20-21 el tema de la relación entre la justicia y la misericordia, demostrando que no se detiene en una visión legalista, sino que apunta a un camino que desemboca en el amor misericordioso.
El n. 19 es un firme llamamiento contra la violencia organizada y contra las personas ”promotoras o cómplices” de la corrupción. Son palabras muy fuertes con las que el Papa denuncia esta “llaga putrefacta” e insiste para que en este Año Santo haya una verdadera conversión: “¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida!
Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón. Delante de tantos crímenes cometidos, escuchad el llanto de todas las personas depredadas por vosotros de la vida, de la familia, de los afectos y de la dignidad. Seguir como estáis es sólo fuente de arrogancia, de ilusión y de tristeza. La verdadera vida es algo bien distinto de lo que ahora pensáis.
El Papa os tiende la mano. Está dispuesto a escucharos. Basta solamente que acojáis la llamada a la conversión y os sometáis a la justicia mientras la Iglesia os ofrece misericordia” (n. 19).
La referencia a la Indulgencia como tema tradicional del Jubileo se expresa en el n. 22.
Un último aspecto original es el de la misericordia como tema común a Judíos y Musulmanes: “Este Año Jubilar vivido en la misericordia pueda favorecer el encuentro con estas religiones y con las otras nobles tradiciones religiosas; nos haga más abiertos al diálogo para conocerlas y comprendernos mejor; elimine toda forma de cerrazón y desprecio, y aleje cualquier forma de violencia y de discriminación“ (n. 23).
El deseo del Papa es que este Año, vivido también en la compartición de la misericordia de Dios, pueda convertirse en una oportunidad para “vivir en la vida de cada día la misericordia que desde siempre el Padre dispensa hacia nosotros. En este Jubileo dejémonos sorprender por Dios. Él nunca se cansa de destrabar la puerta de su corazón para repetir que nos ama y quiere compartir con nosotros su vida…” […]
En este Año Jubilar la Iglesia se convierta en el eco de la Palabra de Dios que resuena fuerte y decidida como palabra y gesto de perdón, de soporte, de ayuda, de amor. Nunca se canse de ofrecer misericordia y sea siempre paciente en el confortar y perdonar. La Iglesia se haga voz de cada hombre y mujer y repita con confianza y sin descanso: «Acuérdate, Señor, de tu misericordia y de tu amor; que son eternos ».


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